
En un mundo hiperconectado, la innovación ya no es un juego solitario. La colaboración global se ha convertido en la estrategia predilecta de empresas y naciones para romper sus propias fronteras tecnológicas y obtener una ventaja competitiva. Gobiernos de todo el mundo promueven activamente la participación en redes globales de innovación (GINs, por sus siglas en inglés), viéndolas como el camino para acceder a recursos y conocimientos a escala planetaria.
Pero, ¿funciona realmente? ¿Participar en estas redes garantiza que la industria manufacturera de un país ascienda en la compleja cadena de valor global (GVC), pasando de simples ensambladores a verdaderos creadores de valor? Un reciente estudio publicado en Scientific Reports analiza esta cuestión y desvela una realidad de dos caras: una llena de oportunidades para las economías desarrolladas y otra con riesgos persistentes de estancamiento para las que están en desarrollo.
¿Qué son la amplitud y la profundidad en las redes de innovación?
Para entender el impacto real de estas colaboraciones, el estudio publicado por investigadores de la Wuhan University of Technology y de la Jianghan University. no solo mira si un país participa o no en una GIN, sino cómo lo hace. Para ello, define dos métricas clave:
- Amplitud de inserción (Embedding Breadth): Mide el alcance de la colaboración. En términos sencillos, es la cantidad de países o socios distintos con los que una economía colabora. Una mayor amplitud sugiere acceso a una gama más diversa de conocimientos y tecnologías.
- Profundidad de inserción (Embedding Depth): Mide la intensidad total de la colaboración. Se refiere a la frecuencia y el volumen de las interacciones con los socios de la red. Una mayor profundidad implica relaciones más estrechas y un intercambio de conocimiento más robusto.
La hipótesis central es que tanto una mayor amplitud como una mayor profundidad deberían, en teoría, permitir a la industria manufacturera de un país escalar hacia posiciones de mayor valor añadido en la GVC.
El veredicto: la colaboración global sí impulsa el ascenso
El análisis empírico, que utiliza datos de cooperación en patentes de 50 economías entre 2007 y 2021, confirma la hipótesis principal de los investigadores: tanto la amplitud como la profundidad de la inserción en las GINs mejoran significativamente la posición de un país en la cadena de valor manufacturera.
Pero, ¿cómo ocurre esto? El estudio identifica dos mecanismos clave a través de los cuales estas redes generan valor:
- Mejora del capital humano: La colaboración con equipos de investigación líderes y la participación en proyectos globales atraen talento de alto nivel. Esto expone a los equipos locales a prácticas de gestión avanzadas y conocimientos de frontera, optimizando la estructura del capital humano del país.
- Aceleración del progreso tecnológico: Las GINs actúan como un canal directo para la transferencia de tecnología y el «derrame» de conocimiento (spillovers), superando con creces los efectos de la innovación puramente doméstica. Permite a las empresas absorber, adaptar y reinventar tecnologías avanzadas, mejorando sus propias capacidades de innovación.
Hasta aquí, todo parece positivo. Sin embargo, el diablo, como siempre, está en los detalles.
La «letra pequeña»: una brecha creciente entre economías
Cuando los investigadores dividieron la muestra entre economías desarrolladas y en desarrollo, los resultados cambiaron drásticamente.
- Para las economías desarrolladas, la historia es un rotundo éxito. Tanto la amplitud como la profundidad de sus redes de innovación fortalecen su posición en la GVC. Al ser líderes tecnológicos, utilizan estas redes para exportar conocimiento, establecer estándares y capturar la mayor parte de las ganancias, consolidando aún más su dominio.
- Para las economías en desarrollo, el panorama es alarmante. El estudio encontró que una mayor amplitud de la red no tenía un efecto estadísticamente significativo en su ascenso. Peor aún, una mayor profundidad en la colaboración mostró un efecto inhibidor, aumentando el riesgo del «low-end lock-in»: un fenómeno donde el país queda atrapado permanentemente en los eslabones de bajo valor añadido de la cadena.
La razón de esta disparidad radica en la capacidad de absorción y en el rol que cada economía juega en la red. Las economías en desarrollo, con capacidades de innovación internas más débiles, a menudo entran en una relación de «subordinación», donde se limitan a ejecutar tareas de bajo costo sin lograr una transferencia de conocimiento real que les permita escalar.
El rol inesperado de la protección a la propiedad intelectual
Para complicar más el escenario, el estudio introduce un factor crucial: el nivel de protección de la propiedad intelectual (PI). La PI es la base institucional que, en teoría, fomenta la colaboración al reducir los riesgos. Sin embargo, su efecto no es universal.
- En las economías desarrolladas: Un sistema de PI fuerte amplifica los beneficios de participar en GINs. Les da la seguridad para transferir tecnología, sabiendo que sus innovaciones están protegidas y generarán retornos económicos, lo que impulsa aún más su ascenso en la GVC.
- En las economías en desarrollo: Un sistema de PI demasiado estricto inhibe su capacidad de mejora. Históricamente, estas economías han avanzado tecnológicamente a través de la imitación, la absorción y la reinvención de tecnologías existentes. Una protección de PI férrea puede crear barreras que limiten este aprendizaje, dificultando que las empresas locales desarrollen sus propias capacidades y capturen más valor.
Conclusión: innovar en red, sí, pero con una estrategia clara
El mensaje del estudio es contundente: unirse a redes globales de innovación es fundamental, pero no es una solución mágica. Los beneficios no son automáticos y dependen críticamente del nivel de desarrollo y de la capacidad de absorción tecnológica de un país.
Para los líderes de la innovación, empresarios y responsables de políticas públicas, especialmente en economías emergentes, la lección es clara. No basta con firmar acuerdos de colaboración; es imperativo:
- Fortalecer la capacidad de innovación interna: Antes de buscar fuera, hay que construir una base sólida en casa. Esto es crucial para poder absorber y aprovechar el conocimiento externo en lugar de simplemente ejecutar órdenes.
- Diseñar marcos institucionales adecuados: La estrategia de propiedad intelectual debe ser cuidadosamente calibrada. No se trata de copiar los sistemas de los países más avanzados, sino de crear un entorno que fomente la innovación local sin cerrar las puertas al aprendizaje y la adaptación.
En definitiva, la colaboración global es una herramienta poderosa, pero como cualquier herramienta, su eficacia depende de quién la usa y cómo la usa. Para ascender en la cadena de valor global, no solo hay que estar en la red, sino saber jugar en ella.
Contacto
Long Wei
School of Economics, Wuhan University of Technology
Wuhan, China
Email: longwei@whut.edu.cn
Referencia (acceso abierto)
Zhang, M., Wei, L. & Yi, Z. The impact of embedded global innovation networks on manufacturing value chains. Sci Rep 15, 28275 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-13395-4

Editor y fundador de «Innovar o Morir». Milthon es Máster en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia, con diplomas de especialización en Innovación Empresarial (UPV) y Gestión de la Innovación Orientada al Mercado (UPCH-Universitat Leipzig). Cuenta con experiencia práctica en la gestión de la innovación, habiendo liderado la Unidad de Innovación en Pesca del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA) y trabajado como consultor en diagnóstico para innovación abierta y vigilancia tecnológica. Cree firmemente en el poder de la innovación y la creatividad como motores de cambio y desarrollo.
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